miércoles, 27 de junio de 2012

La licencia de locutor comercial


En Panamá, para ponerte delante de un micrófono de forma habitual necesitas tener la licencia de locutor comercial. Técnicamente sólo se necesita si durante tus locuciones vas a presentar algún producto, empresa o similar (de ahí lo de comercial), pero lo cierto es que se le exige a todo periodista que quiera ejercer en un medio audiovisual. La opción B es hacer el trabajo pero dejar que sea un compañero el que locute (y cualquiera que haya investigado una noticia alguna vez en su vida sabe que no es nada divertido ceder tu información a otro).

La teoría dice que no cualquiera podría sentarse ahí


Como toda ley que se precie, tiene su trampa y hay muchas formas de pasarla por alto. Por ejemplo, los invitados/comentaristas, aunque sean regulares, no la necesitan siempre y cuando no aprovechen para hacer publicidad de lo que sea, incluso de sus propias empresas. La teoría dice que eso tendría que hacerlo el periodista debidamente acreditado que está manejando el espacio/entrevista. Lo cierto es que la mayoría de las veces el periodista carece de la información y es bastante más simple dejar que sea el invitado el que la dé, que lo que, al final, hace todo el mundo.
Aún trato de averiguar qué diferencia a un colaborador habitual de un locutor, pero nadie me ha dado todavía una respuesta que me termine de convencer.

Otra opción (la más usada, para qué engañarnos) es ejercer igualmente y cruzar los dedos para que al organismo regulador pertinente no le dé por hacer una inspección. De todas maneras, la responsable final (y quien debe pagar la multa) es la empresa y no el trabajador, lo que siempre está bien.



Confieso que me siento dividida con esto de la licencia de locutor. Por un lado, todos los principios de la libertad de expresión dicen que no debería haber nada que limitara este derecho de ninguna de las maneras.
Por otro, la idea de que la gente tenga que pasar por ciertos trámites para poder salir en las ondas y ser de alguna manera responsable de lo que sale por su boca me resulta enormemente atractiva. Sobretodo viendo lo que algunos han hecho con ese derecho a la libre expresión en España.



En cualquier caso, las limitaciones de esta licencia son evidentes. Para empezar no afecta a la palabra escrita por lo que prensa e internet están exentas (aunque poner vídeos con voz o podcast en una web es diferente y sí haría falta).

Y luego está el detalle de que leer la noticia y trabajar la noticia son dos cosas muy diferentes. En mi caso, por ejemplo, todas las mañanas escojo las noticias, redacto y selecciono las imágenes (con la ayuda de un editor)  del bloque de internacionales del informativo mediodía, pero no soy quien las lee. Así que, aunque la redacción, el enfoque, las imágenes y todo lo demás es mío, de alguna extraña manera la responsable última fuera del canal no soy yo sino la persona que sí le pone la voz. Se me hace raro. Aunque me queda el consuelo de que de puertas para dentro, cualquier error sigue siendo mi culpa y de nadie más.

Cómo conseguir la licencia


La forma más fácil es estar licenciado en alguna de las ramas de comunicación social de alguna universidad panameña, aunque hay otras maneras si esa ya no es una opción.

Lo primero a tener en cuenta es que, en principio, sólo puedes conseguir licencia si eres panameño, aunque no siempre es así. Es posible que la ASEP (Autoridad Nacional de Servicios Públicos, que es quien regula estas cosas) haga excepciones en algunos casos, normalmente a petición de una empresa. La pega es que estas excepciones te limitan casi exclusivamente a la compañía que haya hecho la solicitud y es muy probable que la licencia caduque en cuanto el contrato se termine.
Aún así, ha habido y sigue habiendo extranjeros locutando en radios y televisiones sin demasiados problemas.

En Vía España, una de las arterias principales de la ciudad, no tiene pérdida


Si cumples alguno de los requisitos previos (nacionalidad y/o contrato) recomiendo encarecidamente consultar primero con la Embajada de Panamá en Madrid para ver qué papeles te pedirán exactamente en la ASEP, incluyendo sellos, autentificaciones y cartas juradas.
Sé que necesitas el diploma y el expediente de estudios y que una vez aquí una universidad (a ser posible con algún convenio con la tuya) debe darle el visto bueno. Para la mayoría de los trámites, tanto en Madrid como en Panamá, necesitan la firma y no suelen aceptar fotocopias, por eso insisto en la necesidad de informarse bien antes y no tener que estar a vueltas con mensajeros después.

Yo me planté aquí con toda mi ingenuidad sin tener ni idea de la existencia de la dichosa licencia (hasta hace unos meses ni se me había pasado por la cabeza que algo así pudiera existir) y durante las primeras semanas temí seriamente haber cogido el avión sólo para hacer turismo.

En el peor de los casos, puedes coger uno de los cursos de locución que dan las universidades. Hay uno cada mes (más o menos) y están pensados precisamente para obtener la licencia. Cada universidad tiene sus propios horarios, profesores y programas. En mi opinión, vale la pena esperar una semana más o menos para coger un curso que se adapte más a tus necesidades y expectativas que simplemente apuntarte al primero que empiece para cubrir los trámites lo más rápido posible. Aunque eso depende de las ganas y las prisas que tengas, claro.

La Universidad Latina tiene fama de dar uno de los mejores cursos


Debo advertir que no es un proceso rápido. Una vez te apuntas al curso y obtienes el diploma (6 sábados y 250 dólares después), necesitas esperar a que la ASEP abra el plazo para entregar los papeles, cosa que sólo sucede unos pocos días al mes. Después de eso, los trámites se pueden alargar hasta mes y medio más. Sumándolo todo, pueden pasar fácilmente cuatro meses desde que empieces el proceso hasta que tengas el carnet con tu foto en la mano.

Y aún así, por lo que estuve investigando, es posible que esta opción sea más rápida para cualquier que viene de fuera que intentar validar el título.

De porqué, de todas maneras, vale la pena coger el curso y lo increíblemente divertido que puede llegar a ser, hablaremos mañana.

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